Orgarth
iba avanzando por un amplio pasillo ascendente mientras Pralux intentaba seguir
el paso de su señor, cuando el escáner del
sarcófago en donde estaba enclaustrado detectó una puerta sellada al fondo. Hasta
ahora, el escáner incorporado en el dreadnought había detectado con más o menos
precisión todas las formas de vida, dentro de un radio bastante amplio, que
había en la nave Eldar. Incluso pequeños insectos parecidos a arañas que
correteaban por las paredes de hueso que formaba la nave. Pero por alguna
extraña razón, sus sensores no veían más allá de esa puerta.
Decidió
ser cauto y aminoró la marcha hasta detenerse. Pralux llegó al cabo de pocos segundos y se situó a la
espalda de su señor con una rodilla hincada en el suelo y apuntando al pasillo
por el que habían venido buscando cualquier movimiento que delatase un enemigo
escondido.
Analizando
el recorrido hecho hasta ahora y viendo la imposibilidad de poder escanear esta
sala, al contrario que las anteriormente vistas, Orgarth calculó que lo que
había detrás de esa puerta debía de ser el puente de mando de la nave xenos o
por lo menos alguna sala equivalente en importancia. Prefirió no tentar a la
suerte pues se imaginó que habría un fuerte comité de bienvenida esperándole y no
pensaba entrar ahí sólo con el apoyo de un único guerrero de hierro algo
herido. Abrió el canal de comunicación con La
Purga de Almas:
-
- Nueker, ¿me recibes? ¿Cual es la
situación?
Sólo el
sonido de la estática estuvo
respondiendo a Orgarth hasta que al cabo de unos segundos Nueker
contesto con su mecánica voz sin emociones:
-
- ¿Lord Orgarth? Estamos
recibiendo un duro castigo por parte de la nave xenos y no creo que la nuestra aguante
más de veinte minutos de combate, si mis cálculos no me fallan.
Esas
eran muy malas noticias. Está claro que debería darse prisa si quería seguir
conservando La Purga de Almas, así que no le quedó otro remedio que llamar a
Zyndor para solicitar su apoyo, mal que le pesara confiar en él en estos mismos
momentos.
- - De acuerdo. Ordena a Zyndor para
que teletransporte a mi posición de inmediato mientras yo activo la baliza.
-
- Como ordene my señor.
Orgarth
cerró la comunicación e inmediatamente abrió el canal a nivel de escuadra para
dar una sola orden:
-
- A todos los guerreros de hierro
que estén vivos y al alcance de la comunicación, voy a activar la baliza de
inmediato. Intentad llegar por todos los medios posibles a mi posición los más
rápidamente posible. En cinco minutos empezaré el asalto al puente de mando
enemigo y todo refuerzo será necesario. Corto y cierro.
Cerró
la comunicación y activó la baliza que había en el interior del sarcófago con un
sólo pensamiento.
En
cuanto la baliza fue activada, del fondo del pasillo por el que habían venido
una escuadra enemiga de tropas embutidas en unos trajes de color oscuro corrían
lo más rápidamente posible hasta que vieron al enorme dreadnought y a un
soldado enemigo en posición de disparo junto a la puerta cerrada. Al unísono
frenaron todos y se pusieron en posición de disparo también, excepto uno de los
guerreros que se puso en frente de los controles de una plataforma gravítica
sobre la que había montada una arma pesada.
Los
sensores del sarcófago avisaron a Orgarth de inmediato pero no hubo el más
mínimo movimiento por parte del dreadnought para hacer frente a esta nueva
amenaza. Pralux, sin decir ni una palabra, apuntó cuidadosamente con su bolter
y disparó una ráfaga a los nuevos objetivos que había avistado.
Aunque
uno de los disparos de Pralux impactó en la plataforma gravitatoria sin causar
daño alguno a su artillero, algo inesperado pasó. Cuando los guerreros eldar prepararon
sus armas para contestar a los disparos del guerrero de hierro, empezaron a caer
al suelo con sus cuerpos reventados por agujeros del tamaño de un puño y su
número empezó a bajar drásticamente. Uno de los eldar, avisó a la escuadra que
había una amenaza tras ellos pero p ara cuando quisieron dar media vuelta y
enfrentarse a quienes tenían a la espalda, todos los guerreros estuvieron en el
suelo muertos e incluso la plataforma gravitatoria quedó destrozada por una
lluvia de disparos.
Pralux
no dejó de apuntar en ningún momento, pero Orgarth empezó a darse la vuelta para
recibir a la escuadra que había llegado.
-
- Informe. – ordenó Orgarth por la caja de
voz.
Una
escuadra de diez guerreros de hierro armados con varias armas pesadas se acercó
caminando hasta Pralux y Orgarth. Uno de los miembros de la escuadra que
sujetaba un bolter con dos brazos biónicos inclinó su cabeza a modo de saludo y
mientras él y el resto de marines del caos tomaban posiciones cerca de su señor,
contestó:
-
- Escuadra número 7 a sus órdenes,
lord Orgarth. Sentimos el retraso pero había mucha basura xenos en el camino.
- -
No quiero excusas. – dijo Orgarth sin un atisbo de
paciencia. – ¿Sabéis algo del resto de
escuadras?
-
- No mi señor, pero hemos visto
varios cadáveres de nuestros hermanos durante todo el trayecto hasta aquí. Recibimos
alguna que otra comunicación del resto de escuadras pero parece que algo afecta
a la señal emitida por nuestras servoarmaduras. Sólo la señal que usted emite
es lo suficientemente fuerte para que sea entendida con claridad.
No eran
muchos pero menos era nada, pensó Orgarth sin satisfacción alguna. El asalto
estaba perdiendo fuerza y sabía que no podía esperar mucho tiempo más si no
quería perder La Purga de Almas, así
que puso enfrente de la puerta sellada y ordenó:
-
- No podemos esperar a que más hermanos o enemigos vengan a esta posición. En cuando la puerta caiga,
cubridme con vuestros disparos. Preparados todos.
El
dreadnought giró su torso 360º y de un enorme golpe con su brazo derribó la
puerta.
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